Una Tierra de Cobre y Promesas

Los paisajes llevan las cicatrices de la industria minera de muchas formas. Desde las indelebles huellas de las propias minas hasta las nuevas carreteras y ciudades que surgen a su alrededor, estas minas, canteras y comunidades cuentan una historia de ambición y consumo. Pero en el extremo suroeste de Estados Unidos, no lejos de la frontera con México, una vaga impresión de una actividad completamente diferente se distingue del recuerdo del auge de la minería del cobre en la región.

Durante un breve momento, la pequeña ciudad de Bisbee se despojó de su pasado industrial para acoger una de las grandes carreras por carretera de Estados Unidos, casi olvidada, que atrae a ciclistas de renombre y a sus equipos de todo el país para competir en su carrera de tres días y tres etapas: La Vuelta de Bisbee.

A finales del siglo XIX, se descubrieron ricos yacimientos de cobre en la zona, sobre todo en la mina Copper Queen, en las cercanas Montañas Mule. Se produjo una fiebre que atrajo a miles de mineros y sus familias con la promesa de hacer fortuna. La población de la nueva ciudad se disparó rápidamente hasta superar los 9000 habitantes, y en 1902, Bisbee se constituyó como ciudad. Pronto siguieron más minas y más suburbios, como Warren, Lowell y San José.

Pero el auge suele ir acompañado de un declive, y para Bisbee, la disminución de la población y la desaceleración de la demanda de minerales en la década de 1950 marcaron el circuito de la desaparición. Sin embargo, la historia de la ciudad estaba lejos de terminar. El clima general de volatilidad económica en EE. UU. hizo que muchos buscaran una vida más barata fuera de las grandes ciudades y, gracias al clima acogedor y al paisaje digno de una película, Bisbee se convirtió en un refugio para otra ola de migración: artistas y hippies del movimiento contracultural de los años 60.

Al igual que los discípulos de la contracultura a finales de los 60, el incipiente deporte de la competición de ciclismo y sus seguidores ocupaban un espacio muy alejado de la corriente principal. Un pasatiempo aún en sus inicios, también atrajo a un grupo de personas con ideas afines que se establecieron en la región. La Universidad de Arizona ayudó, sirviendo como incubadora para un nuevo escenario de competición y entrenamiento aprovechando a estudiantes de ciclismo de todo el país.

La primera carrera registrada en la zona tuvo lugar en 1968, cuando un puñado de ciclistas de Phoenix y Tucson se enfrentaron a la subida del monte Lemmon, el punto más alto de las montañas de Santa Catalina. Acostumbrados a los pelotones de ciclistas en las carreteras, las fuerzas del orden locales detuvieron rápidamente el evento y pidieron a los ciclistas que subieran el desnivel en fila india. Las competiciones se reanudaron poco después de que los oficiales se marcharan.

Los eventos fueron aumentando gradualmente en número y asistencia, y se desarrolló un ambiente saludable que atraería la atención de ciclistas de lugares mucho más lejanos. En 1975, las minas de los alrededores de Bisbee cerraron sus puertas y lo que quedaba del movimiento hippie encontró una conexión con los corredores que descendieron sobre su pequeño pueblo. Tanto es así que las familias locales invitaban a los profesionales y a sus equipos a quedarse en sus casas, a menudo durante varios años seguidos.

Más tarde, en abril de 1976, la antigua ciudad minera de cobre encontró el filón cultural con la creación de La Vuelta de Bisbee. Lo que comenzó como una carrera de 160 km por carretera de punto a punto, de Tucson a Bisbee, se convirtió en una de las mayores competiciones por etapas del país. Greg LeMond, de 16 años, ganó su segunda edición, superando a los mejores ciclistas que Estados Unidos ofrecía, incluidos los aspirantes a los Juegos Olímpicos Bob Cook y Kent Bostick. A medida que se corrió la voz sobre La Vuelta, ciclistas de todo el país aprovecharon la peregrinación de primavera a la ciudad y la carrera comenzó a expandirse. Continuaría de forma casi ininterrumpida hasta 2010 bajo la dirección de varios directores de carrera.

Hoy en día, el corazón de las competiciones de la región late en el Tucson Bicycle Classic, que mantiene la conexión entre la carrera y el lugar a través de su popular programa de alojamiento de ciclistas. En paralelo a su pasado minero, la época de la fiebre del oro del ciclismo aquí ha disminuido, con los ojos del pelotón profesional centrados (por ahora) en las carreras por etapas en otros lugares.

Pero a medida que EE. UU. se prepara para acoger los Juegos Olímpicos de verano de 2028, parece que las competiciones ciclistas de primer nivel y todo lo que conlleva volverán, por lo menos a la costa oeste. ¿Podría estar preparada la escena para la tercera gran migración a la tierra del cobre y la promesa?

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